01 febrero 2007

Planes para el derrumbe del capitalismo

Aquí está mi escrito como respuesta a ningún tamal ha sido llamado queerty... en realidad es una muestra de mi desorden mental.

El planeta está apunto de llegar al límite de seres humanos que puede soportar, como millones de amibas en un vaso de agua. Y puede que sea el humano la especie amiba del planeta, a la cual destruye sus recursos sin ser capaz de reponérselos. Pero el asunto más triste es que quienes sufrirán, al menos en primera instancia, los efectos devastadores del planeta, serán quienes trataron a la Tierra con respeto, o al menos no la dañaron con su actividad de subsistencia.
La población humana crece de manera exponencial, y como un vaso de amibas que está a la mitad de su capacidad, y en veinte minutos lo llena todo, nosotros en unos años llegaremos a los doce mil millones de habitantes, se calcula que esta cifra se alcanzará entre el 2010 y 2012. ¿Qué pasará cuando esto suceda? Creo que la situación mundial no cambiará mucho, con la diferencia que será mayor la hambruna, el deterioro del ambiente, y las ganancias de los capitalistas. Ya casi todas las mercancías serán libres en México, mientras se seguirán matando migrantes en las fronteras de los países desarrollados.

— ¡Con gente como usted el mundo nunca habría ido adelante!
— ¿Y de dónde deduce usted que ha ido adelante?
Sonrió con desprecio.
— Claro. Llegar a Nueva York en veinte horas no es un progreso.
—No veo la ventaje de llegar pronto a Nueva York. Cuanto más se tarda, mejor. Además, yo creí que usted se refería al progreso espiritual.
— A todo, señor. Lo del avión no es un azar: es el símbolo del adelanto general. Incluso los valores éticos. No me va usted a decir que la humanidad no tiene una moral superior a la de la sociedad esclavista.
— Ah, usted prefiere los esclavos con sueldo.
— Es fácil ser cínico. Pero cualquier persona de buena fe sabe que el mundo conoce hoy valores morales que eran desconocidos en la antigüedad.
— Sí, comprendo. Landrú viajando en ferrocarril es superior a Diógenes viajando en trirreme.
— Usted escoge a propósito ejemplos grotescos. Pero es evidente.
— Un jefe de Buchenwald es superior a un jefe de galeras. Es mejor matar bichos humanos con bombas de Napalm que con arcos y flechas. La bomba de Hiroshima es más benéfica que la batalla de Poiters. Es más progresista torturar con picana eléctrica que con ratas, a la china.
— Todos esos son sofismas, porque son hechos aislados. La humanidad superará también esas barbaridades. Y la ignorancia tendrá que ceder en toda la línea, al final, a la ciencia y al conocimiento.
— Actualmente, el espíritu religioso es más fuerte que en el siglo XIX. —anoté con tranquila perversidad.
— El oscurantismo de todo género cederá al fin. Pero la marcha del progreso no puede ser sin pequeños retrocesos y zigzags. Usted mencionó hace un momento la teoría de la evolución: un ejemplo de lo que puede la ciencia contra toda clase de mito religioso.
— No veo los efectos devastadores de esa teoría. ¿No acabamos de decir que el espíritu religioso ha repuntado?
—Por otros motivos. Pero liquidó definitivamente muchas paparruchadas, como eso de la creación en seis días.
— Señorita: si Dios es omnipotente ¿qué le cuesta crear el mundo en seis días y distribuir algunos esqueletos de megaterios por ahí para poner a prueba la fe o la estupidez de los hombres?
— ¡Vamos! No me va a pretender que dice en serio semejante sofisma. Además, hace un momento estaba elogiando al genio que descubrió la teoría de la evolución. Y ahora la toma en broma.
—No la tomo en broma. Digo, simplemente, que no prueba la inexistencia de Dios ni refuta la creación del mundo en seis días.
— Si por usted fuera no habría ni escuelas. Si no me equivoco, usted debe ser partidario del analfabetismo.
— Alemania en 1933 era uno de los pueblos más alfabetizados del mundo. Si la gente no supiera leer, al menos no podría ser idiotizada día a día por los diarios y las revistas. Desgraciadamente, aunque fuesen analfabetos, todavía quedarían otras maravillas del progreso: la radio, la televisión. Habría que extirpar los tímpanos a los chicos y sacarles los ojos. Pero éste sería ya un programa más dificultoso.
— A pesar de los sofismas, siempre la luz prevalecerá sobre la oscuridad, y el bien sobre el mal. El mal es la ignorancia.
— Hasta ahora, señorita, el mal siempre ha prevalecido sobre el bien.
— Otro sofisma. ¿De dónde saca semejante barbaridad?
— Yo no saco nada señorita: es la tranquila comprobación de la historia. Abra usted la historia de Oncken por cualquier página y no encontrará más que guerras, degüellos, conspiraciones, torturas, golpes de Estado e inquisiciones. Además, si prevalece siempre el bien ¿por qué hay que predicarlo? Si por su naturaleza el hombre no estuviera inclinado a hacer el mal ¿por qué se lo proscribe, se lo estigmatiza, etc.? Fíjese: las religiones más altas predican el bien. Más todavía: dictan mandamientos, que exigen no fornicar, no matar, no robar. Hay que mandarlo. Y el poder del mal es tan grande y retorcido que se utiliza para recomendar el bien: si no hacemos tal y tal cosa nos amenazan con el infierno.
— Entonces —gritó la señorita González Iturrat— según usted hay que predicar el mal.
— Yo no he dicho eso, señorita. Lo que pasa es que usted se ha excitado mucho y ya no me escucha. El mal no hay que predicarlo, viene solo.
— Pero ¿qué quiere probar?
— No se exalte, señorita. No olvide que sostiene la superioridad del bien, y veo que con gusto me cortaría en pedazos. Quería decirle, sencillamente, que no hay tal progreso espiritual. Y hasta habría que examinar el famoso progreso material.
— Ah, me va a demostrar ahora que el hombre hoy vive peor que el romano.
— Depende. No creo, por ejemplo, que un pobre diablo que trabaja ocho horas, bajo control electrónico, sea más feliz que un pastor griego. En Estados Unidos, paraíso de la mecanización, los dos tercios de la población son neuróticos.
— Me gustaría saber si usted viajaría en diligencia en lugar de hacerlo en ferrocarril.
— Por supuesto. El viaje en coche era más hermoso y más tranquilo. Y mejor todavía cuando se andaba en caballo: se tomaba aire y sol, se contemplaba apaciblemente el paisaje. Los apóstoles de la máquina nos dijeron que cada día daría al hombre más tiempo para el ocio. La verdad es que el hombre tiene cada día menos tiempo, cada día anda más enloquecido. Hasta la guerra era linda, era divertida y viril, era vistosa: con aquellos uniformes en colores. Hasta sana, era. Vea, por ejemplo, nuestra guerra de la independencia y nuestras luchas civiles: si a uno no lo lanceaban o lo degollaban podía vivir luego cien años, como mi tatarabuelo Olmos. Claro: la vida al aire libre, el ejercicio, las cabalgatas. Cuando un chico era débil lo mandaban a la guerra, a que se fortificase.
La señorita González Iturrat se levantó furiosa y le dijo a su discípula:
—Yo me voy, Normita. Tú sabrás lo que haces.
Y se retiró.
Norma, con los ojos llameantes, también se levantó. Y mientras se alejaba, dijo:
— ¡Eres un guarango y un cínico!

Este diálogo de Sabato lo he escogido para mostrar que nuestras esperanzas en la humanidad son infundadas y no deberíamos sostenerlas. Ni una catástrofe mundial podría detener el espíritu destructivo de nuestra cultura, que disfruta pisotear al otro sin preocuparse de su existencia. La máquina capitalista seguirá funcionando cruelmente hasta que nosotros lo permitamos. La hambruna y la miseria sólo lograrían repuntar el espíritu religioso, y no necesariamente provocarían un levantamiento de los oprimidos. Es por eso que creo necesario la creación de un plan para la destrucción del capitalismo, sistema que se mantiene a las crisis y por medio de la fuerza.
La antropología empezó a consolidarse como ciencia ante la necesidad imperialista de mantener sus colonias. No es de extrañarse por esa razón que hayan sido Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos quienes empezaron a desarrollarla. El papel del antropólogo ha sido, hasta entonces, servil para los intereses capitalistas. El capitalismo, según Pérez Tejada (ignoro si otros autores sostienen tal aseveración), está arraigado culturalmente a la sociedad occidental, siendo para muchos “natural” las contradicciones del capitalismo, que son las siguientes, según André Gunder Frank: Expropiación del excedente económico de los más y la apropiación del mismo por los menos, es decir, el despojo; la polarización metrópoli-satélite, que se reproduce de manera local, nacional e internacional, en otras palabras, relaciones de explotación; la continuidad del cambio, en palabras de Engels “hay una contradicción en que una cosa siga siendo la misma pese a cambiar constantemente”. Para acabar con esta “naturalidad”, hará falta una antropología aplicada, y por lo tanto, el trabajo de un antropólogo. Utilizar el teatro de Bertolt Brecht puede servirnos para la tarea de aculturación.
Este trabajo será más sencillo debido al estancamiento que la economía sufrirá en los próximos años, según la predicciones Papas para la humanidad, y un aparente progreso no podrá ser percibido por el grueso de la población, sobre todo la clase media, que así como es susceptible al conformismo, igual lo es para inconformarse.
“No más Mesías ni salvadores, que sólo sirvan al capital”, este pedazo de la Internacional, debe igualmente estar conscientes en nosotros, y no esperar que la solución a los problemas humanos recaiga en personas cuyo conocimiento de ellas no tenemos más la que nos dan sus asesores de imagen. Si nosotros no nos creemos capaces de derrumbar al capitalismo, y preferimos sostenernos en rayitos de esperanza, sí solo participamos contra el sistema cuando vemos una gigantesca marcha o plantón, el capitalismo se sostendrá por un tiempo indefinido de milenios, o hasta que la humanidad se extinga, o hasta que el sol explote (nada nos dice que las cucarachas no seguirán reproduciendo el sistema capitalista),
Las predicciones Papas para la humanidad nos dicen que las guerras serán más frecuentes en los próximos años, y si los mayas se equivocan en sus predicciones, habrá una guerra mundial entre el 2015 y el 2025. Estas guerras podrán ser las últimas de las potencias capitalistas, al menos que nos quedemos con los brazos cruzados o decidamos apoyar a algún bando. Lo más probable es que las guerras no se den ni en territorio Europeo ni Americano, sino en Medio Oriente.
Aunque es más probable que nuestro trabajo para el derrumbe del capitalismo sea más fructífero en épocas de coyuntura, debemos ir realizándolo desde ahora, y prepararnos intelectual y militarmente, u organizar un suicidio colectivo, pues es preferible yacer muerto que seguir viviendo en este mundo de mierda.
Las acciones propuestas son las siguientes:
1. Conseguir un antropólogo que este en el Tratado Nacional de las Aguas Número 7, para crear el plan contra la cultura capitalista. En su defecto, un sociólogo.
2. Conseguir teatreros para el montaje de obras de Bertolt Brecht.
3. Creación de nuestras propias obras de teatro, buscando que no sean churros perfomanceros.
4. Creación de un filme, ya sea corto o largometraje, que irá aunado a los proyectos contra la cultura capitalista.
5. Creación de un grupo musical, estando la propuesta ya existente de Intérprete Desconocido. Esta propuesta nos lleva a la necesidad de tomar clases de música.
6. Creación de un podcast, como medio alternativo de comunicación
7. Continuar con el blog.
8. Creación de una Radio Móvil, o instalarla en algún cerro de Iztapalapa.
Todo esto va con la idea de contrarrestar la cultura capitalista.
Para un ataque frontal al sistema:
1. Crear relaciones sociales y económicas alternativas al modelo capitalista.
2. Organizar acciones de desobediencia civil, pudiendo retomar algunas acciones realizadas por Gandhi.
3. Profundizar en el estudio del sistema capitalista, sin quedarnos únicamente con la visión marxista-leninista. Estoy harto que todos los círculos de estudio empiecen con El manifiesto del Partido Comunista. ¡Existe el Neomarxismo!
4. Profundizar en estudios computacionales para realizar boicoteos a máquinas del gobierno.
5. Profundizar en el estudio de Artes Marciales, así como de manejo de armas y tácticas romanas. No más Papas con pimienta.
Carecer de líderes es fundamental, pues un movimiento sin cabeza es más difícil que sea descabezado. Es obvio que todo debe ser pensado, desde el montaje de obras de teatro hasta los golpes de Estado.
Algunas de estas ideas han sido retomadas de miembros del Tratado Nacional de las Aguas Número 7.

2 comentarios:

P. Carpella dijo...

Oye como que en su defecto un sociologo? echanos porras¡¡¡¡

Solo una cosa; recuerda, que el lobo no es el lobo del hombre, le han implantado que tiene que ser el lobo del honbre¡¡¡¡¡ asi que una propuesta mas etica libre de moralina estaria mejor...dejame pensar en una jeje

Anónimo dijo...

Es que creo que un trabajo así es más útil un antropólogo, los sociólogos podemos hacerlo, pero se nos daría mejor reestructurar la nueva sociedad